Venecia es una de las ciudades más famosas del mundo y ocupa un lugar fundamental en el imaginario colectivo por el valor percibido de la misma que tienen los turistas. Por ello, a lo largo de la historia del cine, numerosos directores y productores han querido rodar allí o, como mínimo, plasmar la esencia de la ciudad en sus películas.
Pero la selección de localizaciones no siempre es fácil, y de hecho para muchas producciones del periodo clásico de Hollywood se optó por el rodaje en estudios.
Mark Sandrich y el resto del equipo de Top Hat [Sombrero de copa, 1935) decidieron recrear la ciudad de Venecia dentro del estudio, en una especie de creación de «falsas localizaciones» que llamó mucho la atención entre el público de la época y que ha dado mucho de que hablar entre los críticos de narrativa cinematográfica.
Desde luego, la “amabilidad” de muchos musicales permitió que en ellos proliferaran las versiones estilizadas de la arquitectura tradicional: la Venecia del Top Hat (1935) es un excelente ejemplo de cómo podían integrarse, en el fondo ecléctico, la visión “realista” y la idealización fantasiosa.
[Cfr. RAMÍREZ, Juan Antonio (2003): La arquitectura en el cine. Hollywood, la Edad de Oro, Madrid, Alianza, p. 282].
La paradoja de la falsa Venecia
Como se ha mencionado anteriormente, Venecia es una de esas ciudades fácilmente reconocibles en las películas, aun cuando las imágenes no se hayan filmado en sus calles sino sobre una representación artificial de las mismas en el estudio.
A pesar de que al espectador actual le choca esta representación de una «falsa Venecia», en el momento del estreno de la película el público no tuvo ninguna dificultad para reconocer esos decorados ni para identificarlos con uno de los lugares más emblemáticos de Europa.
En aquellos años dorados de Hollywood, el cine tuvo una influencia muy importante en la percepción de Europa por parte de los estadounidenses, y los grandes éxitos como Sombrero de copa contribuyeron a despertar el interés por los viajes y por un cineturismo muy especial: al fin y al cabo, visitar Venecia suponía ver con los propios ojos el «verdadero» escenario del amor de Fred Astaire y Ginger Rogers, que obviamente tendría mucho más encanto que su reconstrucción en estudio.
En numerosas ocasiones, como ocurre con la trama de Top Hat que transcurre entre Londres y Venecia, la trama de los musicales se desarrolla en Europa […] ¿Cómo interpretar esto? Europa para EEUU está en el plano de la idealización: entraría a formar parte de la puesta en escena entonces cierta fascinación por el origen, que en unos casos se vestirá de sofisticación – como en el caso de los musicales clásicos[…] y en otros de melancolía – como en el caso de ciertos musicales manieristas-.
(Fuente: tesis doctoral Bailes de pareja en el cine musical de Hollywood, de Luisa Morena Cardenal, presentada en la Universidad Complutense de Madrid en el año 2008).