La serie británica policiaca y de suspense Broadchurch ha convertido los acantilados de la Costa Jurásica de Dorset en una auténtica atracción turística, de visita obligatoria para los amantes del mundo audiovisual.
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Todo comienza en el acantilado
La acción comienza con la aparición del cuerpo de un niño en la playa, debajo del acantilado. Un misterio sin resolver que dará pie a una compleja investigación en cuanto se descubre que no ha podido ser un suicidio ni una caída accidental desde lo alto.
Los sujetos sacuden la pacífica población de Broadchurch, una pequeña localidad costera en que todos los miembros de la comunidad se conocen, pero donde nada es lo que parece. Los secretos ahogan a todos sus habitantes, y a medida que avanza la investigación van apareciendo todos los «trapos sucios».
A la cabeza de la investigación se sitúan el excéntrico Alec, detective jefe recién llegado a Broadchurch, y Ellie, la policía veterana de la zona: un equipo complejo que debe aprender a trabajar de forma coordinada para descubrir quién mató al niño.
Broadchurch, una localidad que en realidad no existe
A nivel narrativo, los acantilados de Broadchurch están presentes no solo como escenario del crimen, sino como símbolo de esa comunidad pequeña y tradicional que se niega a encajar el impacto de un asesinato.
La investigación avanza, los habitantes cambian, todo el mundo esconde secretos… Pero el acantilado sigue ahí.
Las vistas son espectaculares, pero quien intente buscar en un mapa la localidad de Broadchurch no tendrá éxito. Los acantilados son en realidad parte de la llamada «Costa Jurásica» en West Bay (Dorset), una zona del suroeste de Inglaterra.
De hecho, gran parte de las escenas del pueblo en esa primera temporada se han rodado en West Bay y en sus alrededores.