Gran parte del éxito de El juego del calamar (Hwang Dong-hyuk, 2021) se debe a su impresionante estética, con lugares únicos que los aficionados se lanzan a visitar en masa. Muchos de los elementos artísticos creados para la serie quedarán grabados en la cultura popular durante años y movilizarán turistas dentro y fuera de las fronteras surcoreanas.
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Un gran éxito… y una gran polémica
La producción coreana de Netflix El juego del calamar ha batido récords de audiencia en todo el mundo, y ha entrado por la puerta grande en la cultura popular de casi todas las edades.
En solo pocos días tras el estreno, empezaban a aparecer memes de la serie en Internet, disfraces para la temporada de Halloween, recetas de las galletas dalgona y hasta «soldados» de la serie en versión amigurumi.
Una auténtica «locura» que, en más de un aspecto, recuerda al boom inesperado que experimentó La casa de papel cuando se incorporó al catálogo de Netflix para conquistar a los espectadores fuera de España.
Sin embargo, en El juego del calamar el éxito ha ido acompañado de una gran polémica, por sus altas dosis de violencia «sin filtros» y por los complicadísimos límites morales que plantea su historia.
La serie muestra un juego de supervivencia extremo en el que ciudadanos totalmente arruinados se juegan la vida para conseguir un elevado premio económico que los sacará de la miseria. Un premio que va aumentando progresivamente con cada contrincante fallecido y que, por tanto, difumina cada vez más los valores sobre la dignidad humana.
Pero no olvidemos que El juego del calamar es una producción de ficción, con una historia «retorcida» en un sorprendente universo distópico. Precisamente es la estética lo que más ha cautivado a los espectadores y lo que más influye en los movimientos turísticos generados a partir de la serie.
La dirección de arte de El juego del calamar: una estética difícil de olvidar
Sí, los uniformes de los soldados de El juego del calamar recuerdan a La casa de papel (aunque no fue intencionado).
Sí, las enrevesadas escaleras del decorado están inspiradas en las creaciones de Escher.
La historia de fondo en la serie no habría llegado tan lejos sin la impresionante visión de Chae Kyung-sun, la directora de arte. El espacio donde se desarrolla la acción es incluso más importante que la acción misma, y por eso Squid Game se ha colado con tanta fuerza en el imaginario colectivo. Aquí podemos escuchar sus comentarios sobre sus creaciones para la serie:
No es de extrañar, por tanto, que los aficionados se lancen a buscar información sobre los lugares de rodaje de El juego del calamar. Esta fiebre global va más allá de las fronteras de Corea del Sur, gracias a las copias y recreaciones de los elementos usados en la serie.
Localizaciones: ¿dónde se rodó El juego del calamar?
Aunque los entornos urbanos donde vemos a los personajes forman parte de Seúl, la capital de Corea del Sur, los interiores del centro donde se desarrollan los macabros juegos se rodaron en Daejeon.
La ciudad de Daejeon es un importante centro creativo en la industria audiovisual del país, lo que facilitó el acceso a sets de rodaje e infinidad de espacios cerrados donde dar cabida a todos los escenarios.
En cuanto a las escenas de exteriores en la isla, la mayoría se rodaron en Seongap, una isla privada.
Pero hay otros muchos rincones, dentro y fuera de Corea del Sur, donde es posible disfrutar de experiencias únicas relacionadas con la aclamada serie El juego del calamar.
Más allá de las localizaciones reales: otras visitas y actividades curiosas para fans de El juego del calamar
El boom de audiencia internacional de la serie ha vuelto a poner Corea del Sur en el punto de mira para el turismo cinematográfico y televisivo. Además del gran éxito de Parásitos, las autoridades surcoreanas han sabido aprovechar este tirón para promocionar sus territorios y su cultura.
El juego del calamar es especialmente buena como escaparate de costumbres y tradiciones coreanas (juegos populares, gastronomía, etc.). No es casualidad que, poco después de su estreno en Netflix, se hayan disparado las visitas al Pueblo Cultural Jangsaengpo Whale en Ulsan, un centro de promoción cultural y turística donde es posible –entre otras cosas– aprender a preparar las mencionadas galletas dalgona.
También han aparecido cada vez más réplicas de la tétrica muñeca de la serie, como esta en Sídney. Y no faltan los viajeros que buscan cualquier referencia parecida a los escenarios, como la muralla roja de Calpe y sus curiosas escaleras.
Por cierto: si viajas a Moscú puedes «jugar» a algunas de las pruebas de la serie en una cafetería temática…
Una prueba más de que los conceptos «cineturismo» y «turismo televisivo» se expanden, entremezclándose con complejo fenómeno de las comunidades de fans.