El remake del famoso musical West Side Story, llevado a las pantallas por Steven Spielberg en 2021, da mucha importancia al espacio de la acción. Los restos de una Manhattan que ya no existe son el escenario que acompaña de manera simbólica la «decadencia» representada por las bandas.
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West Side Story, un musical entre el amor y la violencia
Dos bandas enfrentadas por calles y territorios decadentes, en una atmósfera de creciente violencia en pleno boom de la inmigración en Estados Unidos… Es el telón de fondo para una historia de amor al más puro estilo Romeo y Julieta.
Steven Spielberg ha llevado a la pantalla su visión particular de West Side Story poniendo aún más de manifiesto la importancia del contexto social y del entorno.
Ahí es donde el escenario cobra protagonismo, y por eso el espacio es más que un «decorado» en este remake del clásico musical.
Los protagonistas de West Side Story se mueven entre restos de una Manhattan que ya no existe, que está en constante transformación o destrucción. Una clase baja-media de origen inmigrante que se siente desplazada por una nueva ola de inmigrantes de otros orígenes…
Las tensiones entre las bandas aumentan y cada vez se hace más evidente la necesidad de luchar por «conquistar» o «conservar» el territorio urbano. La frustración se transforma en violencia y los grupos enfrentados no pueden soportar que haya una historia de amor entre contrarios.
El final de la historia no puede ser otro que la tragedia (como en Romeo y Julieta), aunque disfrutemos de coloridos números de baile durante el desarrollo.
Pero… ¿por qué el escenario es tan importante? ¿Qué papel juega la transformación del espacio donde viven los personajes?
Vieja Manhattan, nueva Manhattan: entre derribos y transformaciones
En la década de los años 60, el bajo Manhattan experimentó un complejo proceso de cambio, con derribos masivos de edificios para dar paso a nuevas construcciones.
Este enorme giro estético fue captado magistralmente por el fotógrafo Danny Lyon, con una mirada única capaz de transmitir toda la nostalgia y la incertidumbre que solo pueden traer el abandono y la renovación.
Esta misma estética queda perfectamente reflejada en la película de Spielberg, donde vemos a los personajes moverse por calles en obras y quejarse de las transformaciones del barrio.
La inspiración viene, para el director, de otro proceso de demolición ocurrido años antes, el de la antigua colonia de San Juan que desapareció para dejar espacio al Lincoln Center.
Así, mientras la ciudad se expande para reflejar un crecimiento económico sin precedentes, parece dejar de lado a los habitantes más afectados por esa remodelación, que luchan desesperados por seguir con sus vidas mientras el espacio donde viven se transforma para siempre.
Quizá lo más valioso del remake de West Side Story sea, precisamente, esa mirada especial puesta en el espacio urbano y su transformación.